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El Cuento de Las Mujeres Árbol

Publicado por Mariana Topete en

Hoy, queremos compartir contigo el cuento de las mujeres árbol de Ximena Nohemí. Una historia que ilustra nuestra conexión con la Madre Tierra.

Cuenta una historia de antaño, que antes de que aparecieran los humanos de dos patas en la Tierra, todas las mujeres, antes de serlo, fueron árboles, y al igual que estos, tenían raíces que las hacían ser UNA con la MADRE TIERRA.

Manos largas y resecas, hechas de troncos y cortezas y largos cabellos que se cubrían de hojas, flores, frutos y pájaros que cantaban en primavera.

Éstas vivían en los rincones más hermosos, se nutrían del sol, el agua y el viento y jamás estaban solas, pues las rodeaban todas las criaturas del bosque, tanto las terrenas como las más mágicas que puedas imaginar.

También las custodiaba y nutría el árbol más mágico de todos, al que llamaban la Abuela Árbol. Un árbol tan, pero tan viejo, que conocía los secretos sobre la vida y sobre la muerte, y siempre que una mujer árbol de cualquier parte enfermaba, se comunicaba con la Abuela a través de sus raíces para sanar.

Las Mujeres árbol tenían poderes mágicos, y se comunicaban sin usar palabras, oían los elementos sin usar las manos, y podían sentir a todos los seres de la Naturaleza a través de la red profunda que formaban con sus raíces bajo tierra.

Un día, mucho tiempo después de que llegaran a la Tierra los humanos de dos patas, algo pasó, y comenzaron los tiempos de guerra, muerte y destrucción.

Algunos dicen que fue por la ambición, por los reinos, el poder y las riquezas. Fue una época terrible, donde muchas Mujeres árboles, fueron convertidas en madera y luego fueron quemadas para generar calor.

De este modo, para poder mantener vivas a sus hijas, la Abuela Árbol, les permitió desenraizarse y tener pies, para que pudiesen correr y esconderse lejos del peligro.

Así, las Mujeres árbol debieron aprender a caminar y a sobrevivir por sí mismas, a cambio, perderían sus raíces y su conexión con la Madre Tierra, y con todos los seres que en ella habitaban.

Esto les causaba un tremendo dolor, pero era la única forma de sobrevivir para conservar la tradición de las Mujeres árbol.

Quien me contó esta historia dice que pasaron muchos siglos, hasta que la guerra por los reinos terminó.

Mientras tanto, muchas Mujeres árbol murieron de tristeza, ya que no soportaban la soledad y el desenraizamiento. Otras se olvidaron de quiénes eran, y aprendieron a vivir con los de dos patas, perdiendo sus poderes y capacidades mágicas.

Sin embargo, hubo otro grupo de Mujeres árbol que se distribuyeron por el mundo, y a pesar de separarse se prometieron lealtad a sí mismas, no olvidando quienes eran y conservando en la más profunda memoria de su ADN todo aquello que aprendieron de la Mujer árbol.

Así, este grupo de mujeres prometieron volver a encontrarse todas las vidas posteriores manteniendo bien guardado el secreto de sus orígenes y sus poderes.

Mientras tanto, la Abuela, deseando no separarse nunca más de este bosque de doncellas, en un acto de amor profundo por sus hijas, bendijo a todas las mujeres con un árbol en su vientre, y este árbol se transformó en lo que hoy es nuestro útero, así, todas las mujeres podemos recuperar nuestro enraizamiento a la Madre Tierra nutriéndonos de todo su amor, pues el útero es nuestro anclaje a la verdadera esencia, desde él, podemos recuperar la razón más primigenia del SER.

Y lo más maravilloso de la Abuela Árbol, es que tendremos siempre un útero energético que nadie nos podrá arrebatar.

Muchos dicen que a pesar de lo antiguo de esta historia, en estos tiempos la Abuela Árbol está haciendo un llamamiento alto y claro a sus hijas.

Es así como que al abrazar al árbol más viejo del bosque y al apoyar tu oído en su tronco, este, te contará los secretos de las Mujeres árbol, te llenará de todo su amor y te otorgará toda su medicina ancestral y ya nunca más estarás desconectada de la Abuela Árbol. Tu útero recuperará sus raíces y caminarás por siempre anclada a la Tierra.

Enraízate, ánclate!

Cuento de Ximena Nohemí

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